La mayoría de las personas, durante su vida, pasan por lo que se conoce comúnmente como “un duelo”. Se trata de un proceso mental totalmente normal, el cual puede ser más o menos largo, o más o menos doloroso. Dependerá mucho de la persona que sufre la pérdida, de quien (o qué) se pierde y de todos las contingencias, tanto positivas como negativas durante el proceso.
Una puntualización previa: el duelo sólo se dará si la persona perdida es importante para el que sufre la pérdida. No hay una relación directa de importancia de la pérdida con los parentescos o con los años de convivencia. Por ejemplo, puede darse el caso de que sea más doloroso perder un amigo de la infancia al que solo se le vio un año que a una abuela. De inicio, no hay que dar nada por supuesto, sin unas sesiones previas no se puede determinar si una persona está pasando por un duelo normal o por uno patológico.
El duelo normal pasa por las siguientes fases, las cuales, es habitual que se solapen las unas con otras:
- Negación: es la primera reacción, se hace imposible aceptar la pérdida de inicio y requiere un tiempo de aceptación..
- Sobrevaloración de la persona perdida: la persona perdida se idealiza, se convierte en mucho mejor de lo que era y ocupa por completo los pensamientos de la persona que sufre el duelo. No hay lugar para el resto del mundo, el cual aparece desierto y empobrecido.
- Repliegue en el si mismo: la persona que atraviesa el duelo se identifica con algunos rasgos de la persona perdida y da lugar, o bien, a un sentimiento de culpabilidad, o bien, a un aumento intenso de autoestima. En cualquier caso, todo el interés sigue en el si mismo.
- Vuelta al equilibrio del interés por uno mismo y por los demás: el duelo termina por mostrar interés por otras personas, más allá de uno mismo.
No todos los duelos son iguales. En un duelo normal se atravesarán las cuatro fases en un tiempo determinado, cada una durará más o menos según la persona en particular. En los duelos patológicos, la persona queda atascada en una de las fases sin que sea capaz salir de ella, lo que puede durar meses, años o toda una vida.
No hay un tratamiento predeterminado para “atravesar” un duelo. Es necesario, en primer lugar, saber en que fase del duelo está el paciente: negación, sobrevaloración, repliegue, o en una combinación de ellas. El tratamiento debe ser coherente con estas fases, a saber, encontrar aceptación en la negación, encontrar el si mismo en la sobravaloración y salir del si mismo en el repliegue, dando lugar al interés por el resto del mundo. Sin duda, esto solo es posible con la escucha activa del paciente, donde reside la clave del camino a seguir.
Oscar Tortajada